La rígida disciplina impuesta por su padre, un pastor anglicano, y la prematura muerte de su madre y de dos de sus hermanas perfilaron la narrativa de estas escritoras: Emily, autora de la célebre Cumbres borrascosas (1847), Anne, autora de La inquilina de Wildfell Hall, y especialmente Charlotte, dominada por la sensibilidad y la fantasía románticas.
La publicación de Jane Eyre (1847), que tuvo un gran éxito, consagró Charlotte como escritora después de que su primera novela, The profesor, publicada póstumamente el 1856, fuera rechazada por varios editores. Otras obras de esta escritora son Shirley (1849) y Villette (1853).