
Twain fue un personaje muy conocido en su época, y fue amigo de presidentes, artistas, grandes empresarios, y miembros de la realeza europea. Sus últimos años de vida fueron marcados por diversas desgracias personales, entre ellas la muerte de una de sus hijas y de su esposa. En una de sus últimas obras, El forastero misterioso, manifestaba sentirse como un visitante sobrenatural, llegado con el cometa Halley, y que debía abandonar la Tierra con la siguiente reaparición del cometa, tal como sucedió efectivamente, en abril de 1910. En el momento de su muerte, se le consideró «el mayor humorista americano de su época» y William Faulkner lo llamó «el padre de la literatura americana».