5 Libros encontrados

Eder, Ramón

Considerado como uno de los más influyentes y prolíficos aforistas españoles vivos, en los últimos años ha publicado con asiduidad: La vida ondulante (2012), Aire de comedia (2015), Ironías (2016), que recoge los libros anteriores más algún inédito, Pequeña galaxia (2018), donde reúne aforismos sobre el aforismo, Palmeras solitarias (2019), El oráculo irónico (2020), Cafés de techos altos (2021), Aforismos y serendipias (2022), Los regalos del otoño (2023). Se ha editado una antología de su obra: Aforismos del faro de la plata (2022). En 2019 obtuvo por Palmeras solitarias el Premio ADA de Aforismo al Mejor Libro del Año y el Premio Euskadi de Literatura en Castellano. Su estilo, grácil y ligero a la par que reflexivo y crítico, no oculta una recia militancia contra la ampulosidad y las trampas de la ceremonia, la impostura y la inútil rigidez. Maestro en el envés irónico y el revés ilustrado del género, ha sido capaz de forjar un estilo propio que es escuela y fórmula para muchos de los autores que se acercan hoy en día al aforismo. Demetrio Fernández«Los mejores aforismos son los que robamos a los buenos aforistas del futuro».«Si Dios no existe es la invención más fantástica que ha inventado el ser humano».«El aforismo es el arte de aplicar en literatura la fórmula “el mucho menos es mucho más”».
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Eder, Ramón

Algunos ignoran que la nada es una parte del todo. A veces nos hacemos el gran regalo de decidir no volver a ver a ciertas personas. No hay que dejar que la sempiterna sordidez de la política nos convierta en personas amargadas. Todo narciso acaba ahogándose en su espejo. Es bueno que el aforista se dedique a pulir sus aforismos como Spinoza pulía sus lentes. A partir de cierta edad el tiempo es la prórroga que nos concede el destino para que todavía podamos hacer algo de provecho. Los generosos tienen más amigos de los que creen y los tacaños tienen más enemigos de lo que sospechan. Los mejores aforismos son los que comienzan cuando terminan. Ramón Eder (Lumbier, Navarra, 1952) es un aforista singular y, sin duda, necesario. Estudió filosofía en la Universidad de Vincennes (París), y no ha mostrado el menor interés por los géneros literarios mejor vendidos, como la novela o el ensayo. Cuando se decanta por alguno de los géneros históricos, como la poesía lírica (Axaxaxas mlö, 1985, Lágrimas de cocodrilo, 1988) o el relato breve (La mitad es más que el todo, 1998), no oculta su actitud irónica y su ánimo ciertamente humorístico. Durante los últimos años cultiva preferentemente, y con innegable fortuna, el género aforístico. En la colección «A la mínima» de Renacimiento ha publicado La vida ondulante (2012), Aire de comedia (2015) e Ironías (2016), y en la colección «Los Cuatro Vientos» ha publicado Palmeras solitarias (2018), con el que recibió el Premio AdA de Aforismo al mejor libro de 2018 y el Premio Euskadi 2019 de literatura en castellano, El oráculo irónico (2019), Cafés de techos altos (2020) y Aforismos y serendipias (2021).
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Eder, Ramón

Hay que ser muy generoso para aceptar ciertos regalos.Escribir sin decir palabrotas empieza a ser cosade frikis.La aristocracia del espíritu está formada por una minoría que practica la ironía y la compasión.No somos caníbales porque no hemos nacido donde sea normal serlo.También el antipatriotismo puede ser el refugio de los canallas.Ser anacrónico en un mundo idiota puede ser una forma de rebeldía.La inteligencia tiene placeres que la idiotez nocomparte.Los hay a los que les da igual una bandera que otra siempre que ellos sean los dueños del mástil.Son los que te copian los que te hacen original.
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Eder, Ramón

Descubrí que un aforismo mío extraordinario («Intentaba ser un hombre serio, pero la alegría se lo impedía») lo había escrito Ramón Eder. Mi buena memoria había sido mala: me hizo creer que lo que recordé se me ocurrió. Cuando me descubrí, quedé avergonzado, aunque fuera un homenaje definitivo a quien había admirado en reseñas y recomendaciones. Siendo, además, el único aforismo ajeno que se coló en mi libro, se destacaba el carácter único del autor. Con todo, esas circunstancias atenuantes no extinguían mi bochorno. Hasta ahora. He dado con la eximente. A Ramón Eder (Lumbier, 1952), la alegría no le impide en absoluto la seriedad. Mi plagio involuntario fue un acto de justicia (a lo Robin Hood) porque ese aforismo sólo me retrata a mí. Obsérvese cómo sus ironías no renuncian jamás a la efervescencia, pero tampoco al fervor. Hay un contentamiento del mundo que es a la vez conocimiento, y viceversa. Son muchos los méritos de esta obra, y los he ido enumerando en otros lugares, pero mi subconsciente cayó en el más asombroso: la felicidad y la hondura conviven indisolublemente aquí. Enrique García-Máiquez Los Premios Euskadi de Literatura 2019 han concedido a Ramón Eder por 'Palmeras Solitarias' el galardón de literatura en castellano. Ramón Eder (Lumbier, Navarra, 1952) es un aforista singular y, sin duda, necesario. Estudió filosofía en la Universidad de Vincennes (París), y no ha mostrado el menor interés por los géneros literarios mejor vendidos, como la novela o el ensayo. Cuando se decanta por alguno de los géneros históricos, como la poesía lírica (Axaxaxas mlö, 1985, Lágrimas de cocodrilo, 1988) o el relato breve (La mitad es más que el todo, 1998), no oculta su actitud irónica y su ánimo ciertamente humorístico. Durante los últimos años cultiva preferentemente, y con innegable fortuna, el género aforístico. En la colección «A la mínima» de Renacimiento ha publicado La vida ondulante (2012), Aire de comedia (2015) e Ironías (2016),
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Eder, Ramón

Los libros de aforismos hay que leerlos como quien busca pepitas de oro en un río. El luto se ha sustituido por las gafas de sol. Cometemos el error de pensar que estar vivos es normal y corriente cuando es excepcional y asombroso. No poder volar también es una minusvalía. Los que mueren ahogados al salvar a otro de morir ahogado se merecen una estatua en la costa. Las enemistades suelen ser amistades estropeadas. Confundir la religión con los curas es como confundir la literatura con los malos escritores. Con los que no leen se puede hablar pero no se puede dialogar. Ramón Eder (Lumbier, Navarra, 1952) es un aforista singular y, sin duda, necesario. Estudió filosofía en la Universidad de Vincennes (París), y no ha mostrado el menor interés por los géneros literarios mejor vendidos, como la novela o el ensayo. Cuando se decanta por alguno de los géneros históricos, como la poesía lírica (Axaxaxas mlö, 1985, Lágrimas de cocodrilo, 1988) o el relato breve (La mitad es más que el todo, 1998), no oculta su actitud irónica y su ánimo ciertamente humorístico. Durante los últimos años cultiva preferentemente, y con innegable fortuna, el género aforístico. En la colección «A la mínima» de Renacimiento ha publicado La vida ondulante (2012), Aire de comedia (2015) e Ironías (2016), y en la colección «Los Cuatro Vientos» ha publicado Palmeras solitarias (2018), con el que recibió el Premio AdA de Aforismo al mejor libro de 2018 y el Premio Euskadi 2019 de literatura en castellano.
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