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Una hermosa y emocionante meditación sobre los límites de la amistad. Merecedora de diversos premios así como del aplauso dela crítica y el favor de miles de lectores en diversos países, La habitación de invitados marca el esperado regreso a la ficción de la extraordinaria escritora australiana Helen Garner. Con un claro tono autobiográfico (la protagonista se llama Helen y es una escritora de más de sesenta y cinco años, al igual que la autora), La habitación de invitados narra un episodio de la amistad entre dos mujeres que deben enfrentarse a la grave enfermedad de una de ellas. Helen, que vive en Melbourne cerca de sus nietos, prepara con esmero el cuarto de invitados mientras espera la llegada de su vieja amiga Nicola, igualmente bohemia e independiente pero sin hijos, que viene a quedarse tres semanas para completar un tratamiento de medicina alternativa en la ciudad. Muy pronto se hace evidente que Nicola está más enferma de lo que ella misma está dispuesta a aceptar, y Helen, convertida en enfermera, ángel de la guarda y juez, apenas puede disimular su desacuerdo con el extravagante tratamiento en el que su amiga confía ciegamente. Exenta de sentimentalismo, pero llena de sentimiento, inteligencia y humor, La habitación de invitados ahonda en los múltiples sacrificios que exige la amistad y se pregunta dónde están los límites de nuestra generosidad, de nuestra paciencia, de nuestra capacidad para el autoengaño o de nuestro miedo a la muerte. Así, desde los primeros compases de la narración, el lector se deja llevar por la voz concisa, sutil y decididamente honesta de la narradora, a medida que ésta afronta con valentía un episodio extremadamente difícil de la vida.La crítica ha dicho...«La habitación de invitados es una novela perfecta, tocada por la lúcida elegancia característica de la autora, pero con otra admirable dimensión oculta tras su estilo coloquial. ¿Cómo es posible que se adentre en un territorio tan desgarrador -el amigo moribundo que viene de visita- y lo haga no sólo soportable sino maravilloso y divertido? La única respuesta es: Helen Garner es una excelente escritora.»Peter Carey«Sus acuciadas protagonistas son tan auténticas que al llegar a la última página sentimos no sólo que hemos leído una novela magnífica, sino que hemos experimentado la vida misma.»The Sunday Times «Una obra poderosa [...]. Mientras estamos vivos, creamos el universo. Esuna ficción, pero, tal como muestra Helen Garner, posee la misma intensidad que la verdad.»Michel Faber, The Guardian «Un libro conmovedor, divertido y, sobre todo, intensamente vivo.»Daily Telegraph «El ingenio, la sencillez y una honestidad demoledora distinguen esta sobria y lograda novela.»Kirkus Reviews «Una intensa y breve joya literaria, que requiere ser leída de una sentada.»New Statesman«Una brillante disección del dolor, la rabia, la culpa y la negación. Su brevedad y su prosa limpia y directa la hacen aún más elocuente.»The Sunday Herald «Sólo las grandes novelasnos hacen replantear nuestras coordenadas de valores. La habitación de invitados es de las que lo consiguen.»The Times «Un libro tan sensible, triste, divertido y lleno de vida que sin duda merece un lugar de honor en muchas estanterías.»Diana Athill, Daily Telegraph «El mejor libro que he leído en años.»The Independent
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El 4 de septiembre de 2005, cuando se celebraba el Día del Padre, el coche que conducía Robert Farquharson, un limpiador de cristales con una vida ordinaria, se salió de la carretera y se hundió en una balsa con sus tres hijos dentro. Él logró alcanzar la orilla y salvarse, sus hijos, de diez, siete y dos años, no lo consiguieron.El proceso judicial trató de determinar si, como creía la conmocionada sociedad australiana, Farquharson lo había hecho como venganza contra su mujer, de quien se había separado poco antes, o si, como defendía el propio Farquharson, todo había sido resultado de un trágico accidente, provocado por un desmayo al volante.Este caso real se convirtió en una obsesión para la escritora Helen Garner, que acudió diariamente a la Corte Suprema de Victoria. En la inflamada teatralidad de los tribunales, el desfile de los testigos y las observaciones de la autora nos van aproximando hacia una verdad que, si bien se nos presenta como necesaria, al mismo tiempo se antoja insoportable. ¿Es posible que la maldad sea tan ordinaria, tan cercana, tan cruda?
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Helen Garner visita un depósito de cadáveres y se va de crucero en un barco ruso, la despiden de un colegio por hablar de sexo con sus alumnos, asiste a un parto y a una boda, escribe sobre cumplir los cincuenta, sobre su familia y sobre el revuelo causado por uno de sus libros. Garner vive y observa, y luego lo cuenta con inteligencia y compasión. Sus piezas de no ficción, escritas originalmente para prensa, abarcan los más diversos temas: «siempre vendrá una idea a salvarme justo cuando esté a punto de sentarme ante el abismo de comenzar una novela». En todas ellas encontramos aquello que solo la auténtica literatura es capaz de darnos: trozos de vida. Helen Garner es una de las más importantes escritoras australianas contemporáneas, Historias reales reúne sus principales piezas de no ficción, reportajes y artículos seleccionados por la propia autora entre los más destacados de su dilatada carrera. «Dos atributos adornan al buen reportero: una forma de mirar y un estilo de contar lo visto. Garner puede impartir un provechoso magisterio de ambos talentos.»Jorge Bustos (El Cultural) «Le gusta (A Helen Garner) la idea de que un cuaderno le dé acceso a todo tipo de otras vidas reales. Le da tranquilidad no tener que inventar. Poder, simplemente, salir a la calle y dejarse llevar, contar lo que sea que esté sintiendo o viendo y, con ello, convertirse en una cámara narrativa que retransmite únicamente para el lector. (…,) es incapaz de vivir sin contar, afortunadamente.» Laura Fernández (Babelia –, El País) «Piezas de un cotidianidad no desprovista de emoción. Un ejercicio de exploración personal y un retrato fidedigno de las virtudes y flaquezas de los seres humanos. Garner a ratos es desternillante, a veces conmovedora o demoledora, pero siempre humana.» Rosa Martí (Esquire)
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