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González Casas, Charo
Ni Marconi inventó la radio ni Edison la luz eléctrica. Se las robaron a Nikola Tesla, el mayor inventor de todos los tiempos. Obra suya son la corriente alterna, los motores eléctricos, las bombillas, los robots, el control remoto, el radar, el microondas, el microscopio electrónico, la diatermia, los misiles, el acelerador de partículas..., así hasta setecientas patentes. Pero su proyecto más ambicioso chocó con la codicia humana. Quiso iluminar la Tierra con electricidad libre, gratuita y sin cables. Aseguraba que sabía cómo conseguirlo, pero no encontró ningún magnate dispuesto a financiar un sueño que funcionaría sin contadores y no reportaría grandes beneficios económicos. Desde ese momento, lo silenciaron. Le tacharon de loco. Y aquel que había enriquecido a tantos acabó solo y pobre. Había nacido en un mundo movido por el vapor y alumbrado por el gas. Él lo cambió para siempre. Lo encendió y lo puso en marcha con el ímpetu de los electrones. Pero sigue sin aparecer en la mayoría de los libros escolares. ¿Podemos decir que fue un santo? Murió virgen -no se le conocieron amantes- y mártir por culpa de la mezquindad de los poderosos y el olvido de todos. Una historia muy triste. Va siendo hora de que Nikola Tesla ocupe en nuestro imaginario el lugar que merece.
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González Casas, Charo
En agosto de 1978, un hombre disparó mortalmente contra Dirk Hamer, de 19 años, mientras el joven dormía.Dos meses después de su muerte, a su padre le detectaron un cáncer de testículo. Un diagnóstico más, de nohaber sido porque se trataba del doctor Hamer, un médico internista que empezó a preguntarse: «Mi cáncer,¿no tendrá relación con la pérdida de mi hijo?» Investigó en sus pacientes oncológicos y descubrió que entoda enfermedad interviene la psique: colabora con el cuerpo para provocarla y puede curarla. Sobre estabase levantó su Nueva Medicina Germánica con sus cinco leyes biológicas. Una visión radicalmente distintay revolucionaria, capaz de dinamitar los pilares de la ciencia médica. Le quitaron la licencia. Intentarondeclararle loco. Lo persiguieron, detuvieron, procesaron Lo metieron en la cárcel. Pero él nunca renegó de su descubrimiento. Murió convencido de que su NuevaMedicina sería la medicina del futuro. ¿Era un iluminado? ¿Un loco? ¿O un tuerto en el país de los ciegos? AUTOR es madrileña. Fue periodista bajo la firma deCharo González y cuentista y columnista bajo las deMary Glup y Violeta Bala. Como dramaturga ha escrito–por este orden– las obras Brindis, Un suicidio es cosa seria, Sopa de sobre, TALGO con destino a Murcia,A quien celebre mi muerte, Umberto, Corazón al peso,Ventanilla de patentes y La ocasión. Se han estrenadoen España, Egipto, Bélgica, Estados Unidos, Ecuadory República Checa. También es autora de dos novelas:El mensaje del náufrago (Ediciones Obelisco) y El sueño de Jonathan Smirnoff, inédita
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