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Un joven de 16 años se matricula en una escuela concertada para estudiar bachillerato. Allí cursará, por primera vez, la materia de Religión. El primer día de clase, el profesor propondrá a sus alumnos escribir, durante todo el curso, un diario semanal profundizando en lo que se ha hablado en clase. A través de ese diario, conoceremos los temas tratados en el aula y las explicaciones del profesor.
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Simo llega a Melilla porque en Marruecos no hay futuro para él. En esta ciudad española es tutelado en uncentro de menores pero, al cumplir la mayoría de edad, es expulsado sin ningún papel. Malvive en la calle.Un día conoce a Miguel, un educador social de Zaragoza con el que hará amistad, porque Simo tiene un tíoen Zaragoza y es adonde quiere ir a vivir. Pero legalmente no hay forma de llegar a Zaragoza. Entonces, ¿qué se puede hacer? Una sencilla y cotidiana historiade migración que sirve al autor para hacer una reflexión sobre esta realidad que nos envuelve.
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Con un verso sencillo -libre en la primera parte, con metro y rima en la segunda- el autor nos invita al goce estético y, a un tiempo, a la reflexión profunda, con poemas de presencia y de ausencia, de lógica y de intuición, buscando sentido y no solo felicidad. Transcendiendo más allá de la realidad física que parece imponerse en su inmediatez: «Aprecié, de los ojos, el color, gusto ahora, de miradas, el calor.
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En estos tiempos de prisas y de estrés, esta obra quiere recuperar el placer de la charla pausada y amigable. En medio de la trivialidad, quiere invitarnos a reflexionar sobre temas fundamentales y universales, aunque sea de una manera inicial e, incluso, superficial: el lector, si lo desea, siempre podrá profundizar más tarde por su cuenta. En esta época en la que viven más ancianos que nunca y en la que, sin embargo, idolatramos a la juventud, esta obra quiere recuperar el valor de la sabiduría que sólo dan los años. El viejo que me enseñó a pensar narra los encuentros de un niño y un anciano, en la España de 1953. Encuentros que comenzaron por casualidad y que se convirtieron en una costumbre semanal. Diez encuentros que al niño le parecerán muchos más, por cómo llegaron a marcar su vida durante aquel curso. En esas conversaciones, el niño y el viejo abordarán temas como la libertad, el amor y la muerte. Serán diez entrevistas que dejarán una huella profunda en el niño que ahora, ya casi anciano, rememora y escribe para que un día puedan ser leídas por su nieto recién nacido.
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