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Bespaloff, Rachel
El mundo del condenado a muerte es el último texto que escribió la injustamente olvidada Rachel Bespaloff.Texto póstumo, publicado originalmente en el n.º 163de enero de 1950 de Esprit, la prestigiosa revista fundada y dirigida por Emmanuel Mounier, es un certeroanálisis de la obra de Albert Camus, particularmentede El extranjero, La peste, Calígula, El malentendido y El mito de Sísifo, además de una brillante síntesis de su propio pensamiento crítico y existencial. Bespaloff, en un mundo que se derrumbaba sin que al parecer nadie pudiera evitarlo, un mundo tan parecido alnuestro de hoy, sigue fiel a sus principios, a su búsqueda obstinada de la verdad, fiel a la causa de lalibertad y la justicia, como lo fue Camus, para quienpor encima de todo estaban los hombres y las mujeresque viven y sufren, la justicia y la firme determinación de luchar por ella. Bespaloff vuelve a sus temasde siempre, que son también los temas de Camus: la rebeldía, la ética, el absurdo, el destino, la violencia, el mal, el compromiso, el amor al prójimo, temasque marcaron su existencia, pues Rachel Bespaloff noconcebía la filosofía separada de la vida. En El mundo del condenado a muerte, Bespaloff hace suya la pregunta que obsesionaba a Camus: ¿qué es lo que sostieneal hombre en un mundo sin pasado ni futuro y cuyo presente se desmorona? ¿Es suficiente con vivir? Bespaloff, a propósito de Calígula, escribe: «Aquí no hay más que un culpable, y ese culpable es la vida, o, másexactamente, el mal consiste en que no hay pecado».Y más adelante, hablando de El mito de Sísifo y de lalibertad, de ese «simulacro de libertad» del que gozamos, vuelve a citar a Camus: «El individuo nada puede, y no obstante lo puede todo».
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Bespaloff, Rachel
Poco antes de la invasión nazi de París y de emprender viaje hacia el exilio, Rachel Bespaloff comenzó a escribir De la Ilíada, un ensayo cautivador y penetrante, que ella definió como su modo de encarar la guerra: «Donde la historia muestra murallas y fronteras, la poesía descubre, más allá de los conflictos, la misteriosa predestinación que hace dignos el uno del otro a los adversarios llamados a un encuentro inexorable. Por eso Homero pide reparación únicamente a la poesía, la cual extrae de la belleza reconquistada el secreto de la justicia vetado a la historia. Solo ella restituye al mundo oscurecido la dignidad ofuscada por el orgullo de los vencedores y el silencio de los vencidos.»
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