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Havilio, Iosi
La nueva novela de uno de los escritores más singulares de la literatura argentina es un cautivante relato. «Esa tarde entendí que lo que creemos imposible suele estar a tres segundos de distancia.» Iosi Havilio ha escrito una novela magnífica e inesperada. Pequeña flor es un hipnótico y admirable único párrafo, consistente, adictivo, producto de la prosa de un autor talentoso e inquieto que se inclina por la búsqueda constante. Un hecho fortuito y un matrimonio en plena meseta amorosa son los disparadores de una historia que no para de crecer, que sorprende a cada paso, hasta llegar al éxtasis, acaso recién, en su punto final. Críticas:«A quien le interese este particular mundo que propone sumergirse en un misterio que raya en el delirio, Pequeña flor le garantizará varias horas de entretenimiento y disfrute.»La prensa «Pequeña flor es un único párrafo escrito en una noche por un personaje pusilánime que se convierte en asesino para poder verse en el espejo.»Revista Ñ, Clarín «Iosi Havilio arrastra al lector por un mundo que va de lo cotidiano a lo fantástico para volverse finalmente en la impactante novela negra Pequeña flor.»Ámbito financiero «Pequeña flor es un desahogo de escritura.»Página/12 «Pequeña flor es rápida y fulgurante, carrera del tiempo contra la muerte, un tobogán con forma de cinta de Moebius, de puntuación implacable y ritmo infernal que torna imposible el abandono de su lectura.»Perfil «Una máquina narrativa entre panaderías ensoñadas, clases de ruso y teorías de Alejandro Jodorowsky.»Perfil
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Havilio, Iosi
Un exiliado chileno que trabaja en la Cruz Roja de Estocolmo regresa a su país arrastrando sus fantasmas del pasado y del presente. Aviso de lectura La maravillosa historia de Peter Schlemihl, el hombre que perdió su sombra es el título de una novela de Adelbert von Chamisso que cuenta una fábula fáustica, absurda y siniestra. Pero la de René, el protagonista de esta segunda novela de Iosi Havilio -si no leyeron la primera, Opendoor, no se la pierdan (fue un éxito pero quedan existencias en el almacén)-, es una tragedia inversa: no puede librarse de ella ni encuentra diablo que se la compre. Una sombra que es plural y un rosario de culpas que el tiempo no disuelve. En los años setenta -golpe de Estado contra Allende- viajó a Suecia y allí permanece desde entonces, entre el exilio, la soledad y los amores desgarrados, humillantes e infelices. Huyendo de uno de ellos -un amante sádico, atractivo y nada sentimental- regresa en misión humanitaria a Chile en compañía de una pareja de jóvenes colaboradores. Regresar nunca es fácil pero lo peor es tener que subir a un avión: volar es un vía crucis para él (la verdad es que sobrevolar los Andes impresiona a cualquiera, y más si uno conoce aquella historia de accidente, extravío y canibalismo). Pero regresa y otras sombras le aguardan. No les cuento todo porque uno de los autores que publiqué recientemente, Roberto Enríquez, me echó una bronca por contar el final de su novela. Bueno, pues eso, que de guatemala a guatepeor y de ahí a lo peor de lo peor: la sensación estúpida y terrible de que el miedo y la ofensiva sin venganza anidan en nuestro yo, viajan con nosotros y no nos dejan ni vivir ni morir en paz. La novela de un ángel caído, y sabemos que, lo dijo Rilke, todo ángel es terrible. Léanla, para que no se les olvide.
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