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Sorokin, Vladimir
Una metáfora salvaje y contundente de la sociedad rusa actual, ganadora del Premio Gregor von Rezzori, por el «Bolaño ruso», uno de los escritores más populares de la literatura rusa contemporánea «Cualquiera que quiera saber más sobre Rusia y sobre cuál podría ser el resultado del gobierno de Putin debería leer este libro. Es oscuro y distópico, pero forma parte de nuestra vida».Garri Kaspárov, Time En el siglo XVI, el déspota ruso Iván el Terrible estableció la oprichnina, una especie de estado de emergencia que otorgaba al zar poderes absolutos. Con ella, una ola de terror y de sangre invadió Rusia. Los oprichniks, los feroces integrantes de la guardia personal de Iván, ejercían su voluntad sembrando el miedo y la muerte. Todavía en el siglo XXI este periodo histórico produce una peligrosa fascinación. En 2027, el oprichnik de la Nueva Rusia, Andréi Komyaga, narra en primera persona su jornada. Su agenda es apretada: ahorcar al noble caído en desgracia, ocuparse de los asuntos amorosos de la Soberana... Desde su fanático punto de vista conoceremos una sociedad sumergida en la increíble mezcla de pasado medieval y futuro tecnológico, aislada del resto del mundo por la Gran Muralla y gobernada con mano de hierro por el omnipotente Soberano. Vladímir Sorokin, el autor más provocativo y mordaz de la Rusia contemporánea, ha sido el único que se ha atrevido a reflejar en la literatura las alarmantes realidades políticas de la Rusia actual. El resultado es esta aturdidora novela: corta, concentrada, sarcástica, cuyo carácter profético la sitúa al lado de las más angustiosas visiones de Orwell y Zamiatin. Reseñas:«Tal vez Sorokin es el último a quien podemos llamar Gran Escritor Ruso».Viatcheslav Kuritcin «Sorokin es uno de los mejores escritores rusos, y esta una de sus mejores obras. [...] Es un placer leerla: es más entretenida, dinámica, cautivadora y divertida de lo que una novela distópica tiene derecho a ser».Gary Shteyngart «Las creaciones de Sorokin son a la vez fantásticamente extrañas y demasiado familiares. Su pluma gotea con furia imaginativa [...]. El día del oprichnik está a la altura de clásicos distópicos como Fahrenheit 451 y honra las tradiciones de Dostoievski, Tolstói y otros grandes escritores rusos».Library Journal «Absorbente [...]. Devastadora [...]. Potente [...]. Un efecto satírico despiadado».Tony Wood, London Review of Books «El talento de Sorokin es único. Tiene un olfato fenomenal para detectar las llagas de la civilización en pleno proceso de putrefacción. Las abre sin dudarlo ni un instante».Liudmila Ulítskaya «Muy divertida, con un humor perversamente absurdo que en ocasiones recuerda a William S. Burroughs».Booklist «La literatura rusa del último cuarto del siglo XX es impensable sin Vladímir Sorokin [#], escritor innovador y polémico».Rodrigo Fernández, El País «Sorokin tiene una imaginación intrépida y está dispuesto a hacer de ella el uso más grotesco y enérgico».Alexander Nazaryan, The New Republic«Si las colas se organizaran por orden de mérito, sería justo poner a Vladímir Sorokin a la cabeza».Lucy Ellman, The Guardian «Una de las estrellas literarias rusas».Taylor Antrim, Newsweek «Su mejor creación».Max Frei «Un retrato cáustico [#]. Una parodia ácida e hilarante».Kirkus Reviews
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Sorokin, Vladimir
Una espeluznante combinación de thriller apocalíptico y alegoría contemporánea que arremete contra el fanatismo y la atonía social «Tal vez Sorokin es el último a quien podemos llamar Gran Escritor Ruso».Viatcheslav Kuritcin Una ola de brutales asesinatos sacude Moscú. Los cadáveres aparecen con el tórax destrozado y el corazón aplastado, y el único nexo aparente entre las víctimas es su aspecto físico: todos son rubios y de ojos azules. En una ciudad dominada por bandas criminales y empresarios sin escrúpulos, un grupo misterioso ha puesto en marcha un siniestro plan: su objetivo es encontrar a sus 23.000 hermanos perdidos. Necesitan dar con ellos para despertarlos y liberarlos. ¿Cómo? Con unos martillos de hielo, cuyas cabezas heladas están compuestas por los restos del extraño meteorito caído en Tugunska en 1908. Solo una pequeña minoría consigue renacer después de que sus corazones extraídos del pecho pronuncien las palabras del «hielo».La crítica ha dicho... «Una ficción provocadora comparable a las de Philip K. Dick y Michel Houellebecq, y, por ahora, la novela más ambiciosa de Vladímir Sorokin, estilista virtuoso y maestro de la provocación.»The New York Review of Books«El hielo ofrece un placer intelectual y una engañosa velocidad similares a los que hallamos en las novelas de Haruki Murakami. Un thriller en el sentido más auténtico: su lectura proporciona la emoción de descubrir algo nuevo».Los Angeles Times «Sorokin nos sacude como una tempestad».The Guardian«Entre la fábula política y la ciencia ficción, un relato inclasificable, que hiela el espinazo, de un autor insoslayable».L'Humanité «El hielo triunfa brillantemente como thriller y como fábula aleccionadora acerca del totalitarismo, la intolerancia, el elitismo y el fundamentalismo».Library Journal «El talento de Sorokin es único. Tiene un olfato fenomenal para detectar las llagas de la civilización en pleno proceso de putrefacción. Las abre sin dudarlo ni un instante».Liudmila Ulítskaya «Una joya de ingenio y de estilo».The Boston Globe«Una dureza absoluta, una espeluznante aptitud para la transgresión».Le Monde des Livres «La literatura rusa del último cuarto del siglo XX es impensable sin Vladímir Sorokin [...], escritor innovador y polémico».Rodrigo Fernández, El País «El único autor ruso vivo al que se le puede considerar un clásico».The Moscow Times«Sorokin es uno de los mejores escritores rusos».Gary Shteyngart «Uno de los autores vivos más divertidos, inteligentes y desconcertantes de Rusia».Elaine Blair, The Nation «Sorokin es conocido por su ficción experimental, con sus juegos posmodernos y un escepticismo alimentado por la conciencia de que la literatura quedó marcada por su complicidad con la utopía violenta del proyecto soviético. [Junto a Ulítskaya], sus voces son imprescindibles y lo serán más cuando haya que reconstruir y tender puentes».Marta Rebón, La Vanguardia
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