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Laval, Christian
Neoliberalismo» es el concepto que tanto Michel Foucault como Pierre Bourdieu eligieron para caracterizarel momento histórico que presenciaron en los últimosaños de sus vidas. En ambos casos, sus trabajos fueron interrumpidos por una muerte prematura, dejando inacabadas unas investigaciones que, en su divergencia de estilos y propuestas, nos interpelan hoy con toda su fuerza. Christian Laval nos brinda en este estudiolas claves para recuperar el legado interrumpido de Foucault y Bourdieu. En un minucioso recorrido filosófico y político, nos permite comprender tanto la lucidez como las limitaciones de sus propuestas. Estos doscursos de investigación, separados veinte años entresí, sientan las bases para pensar las raíces de losejercicios contemporáneos del poder, cuya dinámica seprolonga de modos cada vez más radicales y violentosa todas las dimensiones de nuestra vida. Su herenciaresulta ineludible hoy para desentrañar los mecanismos del ser neoliberal y preguntarse qué política habrá que inventar para combatir su vasto afán de dominio.
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Laval, Christian
Los autores muestran por qué este principio se impone hoy día como el término central de la alternativa política para el siglo XXI: anuda la lucha anticapitalista y la ecología política mediante su reivindicación de los comunes contra las nuevas formas de apropiación privada y estatal. Además, articula las luchas prácticas con las investigaciones sobre el gobierno colectivo de los recursos naturales o de la información y designa formas democráticas nuevas que aspiran a tomar el relevo de la representación política y del monopolio de los partidos. Esta emergencia de lo común en la acción reclama un trabajo de clarificación en el pensamiento. El sentido actual de lo común se distingue de los numerosos usos que se ha dado a esta noción, ya sean filosóficos, jurídicos o teológicos: bien supremo de la ciudad, universalidad de esencia, propiedad inherente a ciertas cosas, incluso alguna vez el fin perseguido por la creación divina. Pero hay otro hilo que vincula lo común, no a la esencia de los hombres o a la naturaleza de las cosas, sino a la actividad de los hombres mismos: sólo una práctica de puesta en conjunto puede decidir qué es común, reservar ciertas cosas al uso común, producir determinadas reglas capaces de obligar a los hombres. En este sentido, lo común reclama una nueva institución de la sociedad por ella misma: una revolución.
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