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Monedero, Juan Carlos
Las crisis rompen la normalidad, abren los tarros delas esencias y también la caja de los truenos. Traende regreso un aroma de muerte y de peligro, y aCtivannuestro cerebro más antiguo. Son momentos en los quevolvemos a pedir ayuda y en los que organizar la ayuda mutua vuelve a ser una posibilidad. Son momentos de expresar obediencia a quien piensas que te puede salvar, y de trenzar con tus iguales solidaridades frente a la adversidad.Las crisis son el momento de la comunidad, del grupo, del colectivo, del Estado. Con sus peligros y sus oportunidades.El Estado no es algo con conciencia propia, un ente con una lógica aisladade su entorno. Es una relación social cuyo significado se obtiene en virtud de lo que la sociedad haga conél. Depende de la ciudadanía, que quizá obedezca lasórdenes sin rechistar o quizá recuerde que, en democracia, se manda obedeciendo. En tiempos de crisis, pueden chocar el Estado y el gobierno, los partidos pueden colaborar con el gobierno o empezar su asalto alpoder. La sociedad puede organizarse para ayudar a los más necesitados o convocar caceroladas para debilitar al gobierno. El resultado depende de la correlación de fuerzas, y los Estados, llenos de sesgos y surcos trazados por la Historia, son más amigos de inercias que de innovaciones. Pero, no lo olvidemos, quien decide es la correlación de fuerzas.En tiempos de crisis se produce un cortocircuito en el Estado y para pilotar la nave no hay otra que activar la dirección manual. Por tanto, la pregunta ahora, que vienen tantascurvas, es: ¿nos ponemos todos, cada cual donde pueda y deba, a los mandos del barco?
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Monedero, Juan Carlos
Seamos conscientes o no, nos construyen nuestros enemigos, que es lo mismo que decir que la sociedad siempre está en conflicto. Hace más de una década, las señales del agotamiento del modelo neoliberal ya estaban presentes y, sin embargo, no quisimos verlas.Tuvo que entrar en el Capitolio un loco con una piel de bisonte en la cabeza para que las democracias liberales miren a los ojos al monstruo. Los cambios geopolíticos convocaron a la guerra por primera vez en treinta años en Europa, se consuma un genocidio en Palestina, el planeta se devasta, Occidente envejece y las muchas guerras en África, Oriente Medio y Asia parecen preparativos para un conflicto entre Estados Unidos y China.Cuando cortamos todas las raíces que nos atan a nuestros principios morales, cercenamos nuestra propia humanidad. Mientras, la incapacidad para señalar como enemigos el hambre, la pobreza, la enfermedad, la explotación, la opresión, la desigualdad, el destrozo medioambiental, la guerra y la violencia convierte en enemigos la igualdad, la libertad, la fraternidad, la paz, la sostenibilidad, el internacionalismo y la esperanza.La única autoayuda que funciona es la ''autoayuda colectiva''. Se llama política. Frente a soluciones individuales y como antídoto contra la indiferencia, esta suerte de antimanual quiere recuperar esa Política con mayúsculas.
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Monedero, Juan Carlos
«Hacer política -decía Lenin hace ahora cien años- es andar entre precipicios». En el mundo vertiginoso del 1%, del calentamiento global y de los campos de refugiados, la política vuelve a ser un ámbito en movimiento, en la calle sin rumbo y en las instituciones sin compromiso. La perplejidad política abre paso a la desdemocratización y anuncia nuevas formas de autoritarismo. Ya hay un norte en el Sur y un sur en cada Norte. La globalización neoliberal, hecha para las empresas multinacionales, desafía a los Estados nacionales. Las minorías se encuentran en la aldea global y las mayorías se desencuentran. Hobbes escogió la imagen del Leviatán, un bíblico dragón marino, para representar y celebrar en el siglo XVII los Estados absolutistas. Hoy, tras el paréntesis fugaz de los Estados sociales, convivimos con un nuevo monstruo, el neoliberalismo, no menos feroz bajo sus ropajes democráticos. La economía de mercado construye una implacable sociedad de mercado y nos regresa a un mundo de violencia y exclusión propio de otras épocas. ¿Y el Estado? Los cambios estructurales que muestra el siglo XXI parecieron acorralarlo, cuando solo con el Estado puede recuperarse el compromiso con las mayorías en nuestros países, con las generaciones futuras y con un orden global diferente al de la guerra. Ahí es donde se entiende la necesidad de re-fundar la Unión Europea y la UNASUR, o de reinventar Naciones Unidas. Sin poder político no hay esperanza. Pero el poder político, al tiempo que es solución, también es parte del problema. «No esperéis demasiado del fin del mundo», decía Stanislaw J. Lec. En este pesimismo esperanzado, no se puede olvidar que, debajo de los disfraces del Leviatán, siempre está la realidad implacable de un monstruo. Y, en las relaciones con los monstruos, los más débiles siempre son su alimento.
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Monedero, Juan Carlos
Mientras la España oficial insiste en las bondades de la Transición, la democracia sigue vaciándose. ¿Dónde están nuestros premios Nobel, nuestras universidades de prestigio, nuestras empresas punteras, nuestros sindicatos ejemplares, nuestros medios de c
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Monedero, Juan Carlos
Decir hoy izquierda es hablar de un aire de familia que no siempre se deja definir. De izquierdas es Evo Morales y Felipe González, Toni Blair y Pablo Iglesias, SusanaDíaz y Dolores Ibarruri. ¿Tiene fondo ese baúl? Es a la fraternidad, la gran olvidada
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Monedero, Juan Carlos
Tiempos de inquietud social, donde gente de todas las edades ve amenazada la democracia mientras palabras como «injusticia» o «impunidad» se convierten en cotidianas. Gente que sale a manifestarse, que participa en plataformas, una ciudadanía indignada
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