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«Ya va siendo hora de mirar con las gafas de cerca loque tienes y aprender a olvidar lo que has perdido,que no es bueno, porque es inútil, recordar el pasadoy sus heridas». «El amor tiene un precio que se pagaen lágrimas y en risas, en miradas de complicidad yen desengaños(..). Y a mí me gusta esa montaña rusa de sensaciones, ese ir y venir que desboca el corazóny lo incendia o lo hiela en un instante». En las poesías de la vida aquí reunidas, Andrés Aberasturi reflexiona sobre las grandes y pequeñas cosas cotidianas:el amor, la soledad, los recuerdos, la naturaleza, elpaso del tiempo
Un libro emotivo escrito con esa hondura y melancolía que caracterizan a su autor.
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En Vi luz y entré Andrés Aberasturi se asoma a la de un…hombre anciano €«no necesariamente viejo», como él afirma€ y a sus…pensamientos a lo largo de un año y medio de su vida Cuando se ha…dado cuenta de «que la vida iba en serio», de que ya ha llegado ese…momento en el que sólo quedan dos salidas el pensamiento o la…trivialidad, reflexionar sobre qué ha sido y sigue siendo vivir o pasar de…puntillas y no preguntarse nada Con esa prosa poética tan particular…que le caracteriza, recapacita sobre los recuerdos, el amor, los hijos, el…dolor, los logros que enorgullecen, los errores, el incierto futuro Juega…al escondite con la memoria para acercarse a un pasado «que ni…siquiera sabemos si de verdad fue como lo recordamos»
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Prólogo de José Antonio Marina El libro de las despedidas invita a los lectores a entrar en el expresivo mundo poético de Andrés Aberasturi. En él se cuenta la historia de una noche en la que se dice adiós a una casa. Una casa largamente habitada, sím
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Explicar el mundo a su hijo Cris, que nació con parálisis cerebral hace más de treinta años, es para Andrés Aberasturi una tarea dura y dolorida. Pero el autor de estas páginas honestas y sin adornos, que solo pretende dejar testimonio de una parte de su verdad, la considera esencial para combatir el desasosiego. «Andrés hace hablar a Cris. A sus manos, a su silla, a sus movimientos, a su siempre implorada sonrisa, a su mutismo, Andrés les da vida», como bien explica Javier Sádaba en el prólogo. Un grito callado. Una lucha contra el mundo. Una cadena de «porqués» que no acaba nunca. El valiente ejercicio de sinceridad de un padre desolado.
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