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Moeyaert, Bart
Al principio no había nada. Cuesta mucho imaginar una cosa así. Todo lo que ahora existe, ha de dejar de existir. Prueba a apagar la luz, e incluso tú mismo has de desaparecer, y luego también debes olvidar la oscuridad, porque al principio no había nada, tampoco la oscuridad. Si quieres ver el principio de las cosas, debes hacer desaparecer muchas cosas. Incluso a tu madre. El autor neerlandés Bart Moeyaert presenta una adaptación personal y poética de La Creación. Un hombre pequeño acompaña a Dios durante una semana. Se trata de la semana de la creación del mundo, al principio de todas las cosas, cuando todavía no existía nada. Poco a poco surgen el día y la noche, la tierra y el agua, las plantas, el sol y la luna, los animales y una mujer. Un texto sutil y lleno de humor que nos sumerge en el misterio más grande al que se puede enfrentar el ser humano, acompañado de las estilizadas ilustraciones de Wolf Erlbruch.
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Moeyaert, Bart
El Paraíso es una versión libre y personal de la historia de Adán y Eva en el Jardín del Edén relatada desde la perspectiva de Adán. La historia comienza donde acaba La Creación. Al principio, Adán y Eva se sienten felices. Nadan en la abundancia y la exuberancia. Se les ha confiado un jardín con cuatro ríos y un bosque y su única misión es limpiarlo y mantenerlo. Todo es armonía y felicidad. Sin embargo, situación cambia cuando la mujer empieza a cansarse, a suspirar y a lamentarse. Pese a tenerlo todo, echa en falta algunas cosas. Al ver a la mujer cada vez más triste y desganada, el hombre hace todo lo posible por animarla buscando desesperadamente la felicidad perdida. No logra su propósito y acaba cediendo a regañadientes. El hombre y la mujer dejan rienda suelta al bosque y se entregan al ocio, a pasear, a la pesca, a disfrutar. Poco después hacen su entrada la imperfección, la muerte, la ley del más fuerte, la lluvia, las catástrofes naturales, el hedor. Aun así la mujer reencuentra la felicidad al sentir, saborear y oler la vida y la muerte, la realidad diversa, con sus luces y sus sombras. Afirma que ahora tiene todo cuanto necesita. Y el hombre y la mujer terminan siendo tan felices como al principio o más. Bart Moeyaert se caracteriza por un estilo extraordinariamente cuidado y sensorial cuyo tono raya en lo poético y por momentos en lo surrealista o lo mágico. Las ilistraciones de Wolf Erlbruch reflejan a la perfección los sentimientos y estados de ánimo de los protagonistas. Como en el resto de la obra de Moeyaert, el amor desempeña un papel fundamental porque, en realidad, estamos ante una reflexión sobre las relaciones entre el hombre y la mujer.
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