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El mayor cazatalentos de nuestro país pone a disposición del lector las claves para identificar aquellos perfiles ejecutivos que cobrarán relevancia en estos tiempos afectados por la crisis de la pandemia del COVID-19. Luis Conde es un referente en la búsqueda e identificación del potencial directivo en los países de habla hispana, y su compañía, Seeliger y Conde, compuesta por un equipo que ha llegado a alcanzar los trescientos profesionales distribuidos en once oficinas repartidas por el mundo, lleva treinta años al pie del cañón. Conde es, en efecto, el headhunter por excelencia, y en estas páginas, además de brindarnos su impagable experiencia, ofrece también abundantes casos reales de directivos del más alto nivel. En este libro, tanto el ejecutivo como el empresario accederán a información privilegiada que les permitirá conocer a fondo qué habilidades serán necesarias a partir de ahora pata marcar la diferencia, cuáles serán los perfiles ejecutivos que cobrarán relevancia en el mercado laboral postpandemia, y qué deberán hacer para acabar sus carreras profesionales con un retiro dorado. Un libro imprescindible para todo aquel ejecutivo o empresario que quiera dominar su futuro tan bien como su presente.
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Este libro aborda la importancia de los retos en nuestras vidas, y cómo realizar lo que nos propongamos por más dificultades que entrañe. Luis Conde, fundador de Seeliger y Conde, nos cuenta algunos de los desafíos que se ha planteado en su vida y lo que ha aprendido con ellos, al tiempo que nos revela el secreto de su éxito: la fórmula del talento. El último reto fue nada menos que dirigir una orquesta sinfónica sin poseer conocimientos de solfeo. Para ello eligió la Segunda Sinfonía de Gustav Mahler, «Resurrección», interpretada por la Orquestra Simfònica del Vallès en el Palau de la Música Catalana. Y es que a base de mucha dedicación y pasión es posible llevar a buen puerto incluso un desafío tan complejo como ese, en cuya consecución el autor, en su papel de director de orquesta, dio con la armonía necesaria hasta el punto de conseguir que orquesta y público fuesen uno. Así como Mahler fue un mártir que se consumió en las llamas del esfuerzo, Luis Conde puso en ese reto todo el empeño para llevarlo a cabo. Un empeño que nos alienta a perseguir nuestros sueños.
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