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Cataño, José Carlos
El estallido de la palabra, el vértigo del tiempo, la voz épica reanudando la trama del mundo, no a través de un proyecto que legitime una filiación, un derecho, sino en la diáspora de una tierra naufragando toda apropiación. La fuerza poética de José Carlos Cataño (La Laguna, Islas Canarias, 1954) se imprime mediante una natividad que es un frotamiento de la lengua en el agua. De modo que escribir no será plegarse a la ley de un territorio, sino turbarse en el estallido del volcán. A partir de allí, Cataño trama una poética del archipiélago, a partir de su propia biografía de escritor canario de expresión castellana. Una historia de postergación y colonización sensible al desvío, a su fragilidad, una historia que reagrupa lo aislado limando el espesor continental. JOSÉ CARLOS CATAÑO, poeta y escritor, nació en La Laguna (Islas Canarias) en agosto de 1954 y vive en Barcelona desde 1977. Con El cónsul del mar del Norte (Pre-Textos, 1990) fue finalista del Premio Nacional de Poesía de 1991. En 2004 la Editorial Pre-Textos publica la primera entrega de sus diarios, Los que cruzan el mar. Diarios, 1974-2004, título que elegirá para acoger las siguientes entregas, publicadas por Editorial Renacimiento: La próxima vez (2014), La vida figurada (2017) y El porvenir del horizonte (2019). En 2012, la Asociación de Amigos del Libro Antiguo de Sevilla y el Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, editan De rastros y encantes, diario de libros en diferentes escenarios y países. Su faceta plástica queda reflejada en exposiciones individuales, la última de ellas la serie de fotocollages Cristales de ultramar. La Obra poética (1975-2007) de José Carlos Cataño conforma la totalidad de su trayectoria, desde Disparos en el paraíso (1982) hasta Lugares que fueron tu nombre (2008).
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Cataño, José Carlos
«Se va el día. Porque lo decimos. Si no se marcharíade igual modo, sin pasar por nosotros. Lo miramos deuncostado y de otro, entre las copas floreadas, en elazul febril de la mañana, en el silencio de la tarde.Las nubes vienen de poniente. Hay viento arriba, pero apenas se nota en el cuerpo. En el cuerpo, el sudorinextinguible. Se abren bahías en el cielo, ensenadas, se tornan amarillas y cobrizas las fachadas. Sevael día. Ya no sabemos a qué fecha estamos, lejos de nosotros la agenda, el taco para ir pasando las jornadas, y anotar en las hojas no sé cuántas iniciativas.En la calle también todo son cuerpos sudorosos, pantorrillas y calcañares, las mil formas de la insinuación, de la exhibición de la carne. Hay un cansancioprovocado por tanto desvelo. (...)».
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