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Arteta, Aurelio
Aparte de las múltiples y variadas derrotas que transcurren en la vida de cada cual, no tardará en llegar para mí la que será definitiva y de la que no confío en recobrarme: la de mi muerte. He ahí mi última y más inapelable derrota. Confieso que me apena más que ninguna otra, porque vivo bastante satisfecho de mi estancia en este mundo y de cuantos seres cercanos me han animado a sobrevivir, que han sido muchos. Para decirlo enseguida, me atrevo con bastante osadía a solicitar el ingreso en la selecta hueste de los “,héroes de la derrota”,. El encabezamiento de estas reflexiones lo he robado de un relato de ese maestro que fue Stevenson, a quien no dejaré de atribuir la inspiración misma de mi tesis central. Como cualquier otro individuo humano he vivido hasta hoy porque no quería morir, es cierto, pero también a fin de hacerme digno de no morir y hasta de proponerme vivir como un aspirante a inmortal. Ha sido catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad del País Vasco. Publicó su tesis doctoral, Marx: valor, forma social y alienación, y recopiló sus primeros artículos de opinión en A diestro y siniestro, Parva política y Fe de horrores. Es autor de ensayos éticos, entre ellos La compasión. Apología de una virtud bajo sospecha y La virtud en la mirada. Ensayo sobre la admiración moral. Editor y autor de manuales universitarios como Teoría política: poder, moral, democracia y El saber del ciudadano. Las nociones capitales de la democracia. Sus penúltimos trabajos han sido Mal consentido. La complicidad del espectador indiferente, Tantos tontos tópicos y Si todos lo dicen... Los últimos componen una tetralogía titulada Cuadernos de la vejez, que engloba A pesar de los pesares, A fin de cuentas, Y sólo será el silencio y este último, Los héroes de la derrota. Aurelio Arteta ha sido catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad del País Vasco. Publicó su tesis doctoral, Marx: valor, forma social y alienación, y recopiló sus primeros artículos de opinión en A diestro y siniestro, Parva política y Fe de horrores. Es autor de ensayos éticos, entre ellos La compasión. Apología de una virtud bajo sospecha y La virtud en la mirada. Ensayo sobre la admiración moral. Editor y autor de manuales universitarios como Teoría política: poder, moral, democracia y El saber del ciudadano. Las nociones capitales de la democracia. Sus penúltimos trabajos han sido Mal consentido. La complicidad del espectador indiferente, Tantos tontos tópicos y Si todos lo dicen... Los últimos componen una tetralogía titulada Cuadernos de la vejez, que engloba A pesar de los pesares, A fin de cuentas, Y sólo será el silencio y este último, Los héroes de la derrota.
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Arteta, Aurelio
La muerte relativiza todo cuanto se compara con ellao se contemple desde ella. El hombre mismo es un serrelativo a la muerte, el que siempre vive en relacióncon ella. La muerte es su trasfondo y su horizonte.Ella pone a cada uno en su sitio. La muerte nos hacepequeños y grandes a un tiempo. Y es que la muerte esel acicate negativo de cuanto hacemos y deseamos, detodas las aspiraciones humanas.
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Arteta, Aurelio
La ocultamos, fingimos ignorarla, pero por más que se mire para otro lado, por más que se cambie de tema o se baje la voz cuando asoma en la conversación, la vejez, el envejecimiento, están ahí, forman parte de nuestra vida. Apenas sin percibirlo, hemos cumplido los cincuenta, los sesenta, los setenta... ¿Se puede componer un libro hermoso y lúcido sobre esta cuestión? Aurelio Arteta nos demuestra en esta obra, casi un dietario, que sí, que es mejor perder el miedo, y que pensar y vivir la vejez con naturalidad nos conviene. Entre la introspección y la mirada atenta al mundo, sin hurtar nada a la meditación, Arteta entreteje de cuando en cuando diálogos con otros pensadores clásicos y contemporáneos, pero también estampas casi costumbristas y fogonazos que deslumbran como certeros aforismos de sabiduría. Una obra emotiva, diferente, todo un luminoso ejercicio de reflexión sobre el día a día del envejecimiento, con una moraleja clara: mejor haber nacido. Si hoy la ciencia ha añadido años a la vida de la gente, sólo de nosotros depende colmar de vida esos años, merecer una existencia humana más plena. Es decir, digna de ser vivida a pesar de los pesares de la vejez.
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