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Barceló Chico, Isabel
Ser dragón es muy aburrido si estás solo y, además, tienes mala fama. Tampoco es fácil ser una niña, como Elena, y que no te hagan todo el caso que tú quieres. Menos mal que tienes a Pipa, tu perrita, tan lista y buena amiga. Y si un día, después de pillar una rabieta monumental, os vais a la montaña y os encontráis por casualidad con el dragón..., ¡entonces viviréis la aventura más emocionante que pueda imaginarse y dejaréis a todo el mundo con la boca abierta!
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Barceló Chico, Isabel
Desde el rapto de las Sabinas, que marcó la fundación de Roma hace más de dos mil quinientos años, y a lo largo de los siglos, las mujeres participaron activamente de cuanto acontecía en su época y su aportación fue esencial para hacer de Roma el crisol de la cultura occidental a la vez que una ciudad inolvidable y única. De manera individual o colectiva se singularizaron, tomaron decisiones y protagonizaron experiencias que tienen valor universal y por ello trascienden a sus propias circunstancias y a su tiempo. La inmolación de Lucrecia como forma de denuncia social, el precio que pagó Agripina la Menor por intervenir en política en tiempos de Nerón, y la humillación de la pintora barroca Artemisia Gentileschi a causa de una justicia desigual, aún nos incumben. Mujeres de Roma. Heroísmo, intrigas y pasiones sale a buscar en la Roma actual el rastro de aquellas y otras mujeres para acompañarlas sus momentos críticos, vivirlos con ellas y tratar de comprenderlas a todas: las que se convirtieron en modelos de virtud y las que fueron machacadas por Roma, las que empuñaron las armas, las que se entregaron a Dios, las fanáticas, las seductoras, las que sirvieron como moneda de cambio. Emperatrices, esclavas, matronas, santas, cortesanas, taberneras, todas las (queridas) mujeres de Roma. Las peripecias de estas mujeres están contadas con una soltura narrativa admirable, todas ellas reviven con gran vitalidad. Apasionadas, virtuosas o de raro heroísmo, sometidas o rebeldes, nos impresionan. Con muy fresco y claro estilo, esta vívida y precisa narración de Isabel Barceló puede usarse como amena y singular guía histórica de Roma y, a la vez, leerse como un emotivo texto novelesco poblado por inolvidables figuras femeninas. Carlos García Gual
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Barceló Chico, Isabel
Ninguna mujer de la Edad Moderna ha sido tan maltratada por la historia como Lucrecia Borgia, hija del papa valenciano Alejandro VI. El retrato que ha calado en el imaginario popular es el de una libertina, incestuosa y madre desalmada que envenenaba a sus amantes una vez satisfecha su pasión. Esta imagen tan infamante y alejada de la realidad histórica se debe en gran parte al escritor francés Victor Hugo y su drama romántico Lucrecia Borgia, que inspiró la ópera del mismo título de Donizzeti. El impacto de ambas obras sobre el público fue enorme y penetró de tal manera que el nombre de Lucrecia Borgia sigue siendo sinónimo de depravación. La vida de Lucrecia está llena de luces y sombras, de enigmas indescifrables, pues la suya fue una personalidad compleja, como complejo fue el tiempo y el espacio en los que le tocó vivir. Y, sin embargo, a distancia de 500 años de su muerte, todavía es posible «oír su voz», oír las voces de sus coetáneos y aproximarnos a su vida con respeto y con voluntad de comprender. Y lo que se vislumbra no es, en absoluto, el estereotipo de cartón-piedra forjado por la leyenda negra, sino una mujer solar, sorprendente y humana.
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