Aún no tienes productos en tu cesta
Los físicos son excelentes resolviendo preguntas, pero muy malos explicando por qué deberíamos interesarnos en ellas. Sabine Hossenfelder cree que esta actitud de «ocultación de conocimientos» es lo que da fuerza a las pseudociencias, y se propone remediarlo en las páginas de este libro. Según la autora, no es casualidad que el entrelazamiento cuántico y la energía del vacío se hayan convertido en las explicaciones a las que recurren los curanderos alternativos, o que la gente crea que su abuela fallecida sigue viva gracias a la mecánica cuántica cuando se lo dice un chamán. La ciencia y la religión tienen las mismas raíces y se enfrentan a los mismos interrogantes ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuánto podemos saber? El área de la ciencia que está más cerca de responder a estas preguntas es la física. En el último siglo, los físicos han aprendido mucho sobre qué ideas espirituales siguen siendo compatibles con las leyes de la naturaleza. Sin embargo, no siempre se han mantenido en el lado científico del debate. ¿Ha descartado la física el libre albedrío? ¿Sigue existiendo el pasado? ¿El universo ha sido creado para nosotros? Esta lectura no nos ofrece las respuestas definitivas, pero sí que nos explica hasta dónde llega el conocimiento científico actual de una forma entretenida, abordando sin rodeos las cuestiones más importantes de la vida y preguntándose qué tiene que decir realmente la física sobre la condición humana.
Has añadido la cantidad máxima disponible.
«Cuando me doy cuenta de que ya no entiendo la física, hablo con amigos y colegas. Veo que no soy la única que se siente confusa y me dispongo a bajar la razón de las nubes.» Así, de esta manera tajante, comienza su libro Sabine Hossenfelder. Los físicos, cuando piensan en los agujeros negros o predicen descubrimientos en el CERN, creen que las mejores teorías son hermosas y elegantes, y por eso, sostiene la autora, no hemos visto un gran avance en los fundamentos de la física en las últimas cuatro décadas. La creencia en la belleza se ha vuelto tan dogmática que entra en conflicto con la objetividad científica: la observación no ha podido confirmar teorías como la supersimetría o la gran unificación, desarrolladas por físicos basados en criterios estéticos, peor aún, estas teorías «demasiado buenas para no ser ciertas» son en realidad imposibles de probar y han dejado el campo en un callejón sin salida. Para escapar, los físicos deben repensar sus métodos. Solo abrazando la realidad tal como es, la ciencia puede descubrir la verdad. Perdidos en las matemáticas es la historia de muchos físicos, incluida la propia autora, que se enfrentan a la creencia de que las leyes de la naturaleza son bellas, porque ¿acaso creer no es algo que un científico no debería hacer nunca?
Has añadido la cantidad máxima disponible.