Encara no hi ha cap producte a la teva cistella
Tony Millionaire vuelve con Maakies, el reverso gamberro, salvaje y escatológico de Mono de trapo, donde unos borrachos Tío Gabby y Don Cuervo traspasan los límites del humor para darnos diversión en vena. Maakies narra las cómicas aventuras en alta mar de un cuervo borracho y su compañero simio igualmente borracho (o más), mezclando humor de vodevil, ácido, irónico, lleno de humor negro, visceralidad y libertad creativa, y una línea de ilustración impresionante que recuerda los días gloriosos del cómic americano. Estas tiras cómicas comenzaron a publicarse en 1994 en el New York Press, aunque con anterioridad había aparecido en semanarios alternativos estadounidenses como The Stranger, LA Weekly y Only. Sus personajes principales, los borrachos y pendencieros Tío Gabby y Don Cuervo (¿hemos dicho ya que son borrachos?), nacieron a partir de unos dibujos que Tony Millionaire hizo en una servilleta de un bar, cuyo camarero le animó a seguir dibujando a cambio de cerveza. Este volumen estuvo nominado al Premio Eisner de la Industria del Cómic en 2010 (Mejor Publicación de Humor). «Ya puedo vomitar toda la mierda que tengo en la cabeza y esparcirla por el mundo entero». Tony Millionaire
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Un mono de trapo llamado Tío Gabby y su compañero con ojos de botón, Don Cuervo, viven junto a su amiga humana, Ann-Louise, y a los demás juguetes de la niña en una encantadora y tranquila casa victoriana. Aun así, la curiosidad y la astucia de Tío Gabby -frustradas constantemente por su propia inocencia- llevarán a Don Cuervo y a él a protagonizar historias increíbles (e increíblemente graciosas) de malograda épica, fantasías a veces espeluznantes y amores no correspondidos. Los cuentos vivos y brillantes de Mono de trapo relatados por Tony Millionaire evocan el ingenio oscuro y surrealista de Roald Dahl, al tiempo que muestran ecos de los estilos gráficos clásicos presentes en las historias de Winnie the Pooh, creadas por E. H. Shepard, o en las de Raggedy Ann y Raggedy Andy, obra de Johnny Gruelle. Se trata de una receta clave para lograr un clásico atemporal que disfrutarán generaciones.
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