2 Llibres trobats
Alegre Heitzmann, Alfonso
Este hermoso ensayo recrea un momento fundamental de la cultura española de la Edad de Plata: los días compartidos en Granada enel verano de 1924 entre Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca. Un paréntesis temporal único en el que recorremos paso a paso la ciudad andaluza con Juan Ramón y Zenobia, de la mano de Federico y su familia. Esos días produjeron en las personas que los compartieron una impresión indeleble que guardaron siempre en su memoria. A ello contribuyeron, además de la presencia de Manuel de Falla,la de otros protagonistas de la vida cultural granadina como Hermenegildo Lanz, Emilia Llanos, Manuel Ángeles Ortiz o Ángel Barrios. De aquel viaje nacieron el extraordinario poema “,Generalife”, de Juan Ramón Jiménez, el largo romance que dedicó a Isabel García Lorca y las magníficas prosas de su libro Olvidos de Granada. “,Días como aquellos se viven pocas veces en la vida”,, escribirá Juan Ramón muchos años después. Alfonso Alegre Heitzmann los ha reconstruido en un libro que combina de modomagistral la narración y la crítica.
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Alegre Heitzmann, Alfonso
El nuevo libro del autor de El camino del alba.«La visión poética tiende aquí a desgranarse en fragmentos o partículas, la reunión de los cuales (que no su adición) se propone como la única configuración posible del mundo.» Andrés Sánchez Robayna «Una poesía de subrayada modernidad que se reencuentra con sus fuentes, una escritura casi abstracta que se vuelve materia pura en nuestras manos, ante nuestros ojos.» José María Espinasa Prosiguiendo el itinerario de El camino del alba, el nuevo libro de Alfonso Alegre supone la culminación de su poesía exquisita. Su primera sección es como un jardín de la escritura, un reguero de piedras letras. El tiempo del hoy y del ayer es, en la segunda, el destino de los sufrientes, que se refleja en los pies heridos de Edipo y en el dolor de Antígona, en el morir de Francisco de Aldana, en el desierto de Alcazarquivir, o el de Federico García Lorca en la linde invisible de Aynadamar. En la siguiente sección, la superficie de las palabras se vuelve agua y así espejeo y cenit del cristal. Luego, en el jardín de Basho y en el de Emily Dickinson, la poesía se aboca a la caligrafía, a la línea que traza el verso en el horizonte o al ramaje desnudo del árbol contra el cielo. Ya en la última parte, las palabras caen ahora entre nosotros, y sólo se oye el ruido de los pies sobre la grava y el tiempo del lugar por fin despierta.
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