3 Llibres trobats
Jeter, K. W.
Cuando Boba Fett descubre pruebas que implican al Príncipe Xizor en el asesinato de los tíos de Anakin Skywalker, se granjea un enemigo que incluso él teme: el cerebro anónimo tras un colosal engaño, capaz de matar para borrar su rastro. Fett también custodia a una joven amnésica llamada Neelah, que puede ser la clave del misterio… o un señuelo para atraerlo hasta una emboscada mortal. Su última esperanza está en la lista de enemigos secretos de Xizor. Y esta es prácticamente tan larga como la de los suyos, por lo que las posibilidades de supervivencia son escasas incluso para alguien tan dotado e implacable como Boba Fett.Es temido y admirado, respetado y odiado. Boba Fett tiene la dudosa reputación de ser el cazarrecompensas más exitoso de la galaxia. Sin embargo, incluso un hombre como él puede tener demasiados enemigos.
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Jeter, K. W.
El antaño poderoso Gremio de Cazarrecompensas está escindido en facciones enfrentadas. Ahora, la enorme recompensa ofrecida por un soldado de asalto imperial renegado está a punto de desatar un frenesí de codicia homicida. Intentando alimentar los rumores sobre su muerte, Boba Fett abandona su nave, la Esclavo I, decidido a cobrar esa recompensa. Sin embargo, cada movimiento que hace lo acerca a la trampa tendida por el astuto Príncipe Xizor. Fett preferiría morir a convertirse en un peón de Xizor en la guerra del Emperador contra los rebeldes. Y quizá deba hacerlo porque, si quiere ser libre, deberá ser más hábil que un arma viviente que se alimenta de espíritus humanos. Después, deberá sortear una galaxia repleta de enemigos letales deseosos de hacer realidad los rumores sobre su muerte. Es temido y admirado, respetado y odiado. Boba Fett es el cazarrecompensas más exitoso de la galaxia. Ahora se convierte en la presa del juego más antiguo del mundo: la supervivencia del más fuerte.
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Jeter, K. W.
Xizor casi se compadecía del cazarrecompensas. Aunque la compasión era una emoción que no había sentido jamás. Tanto si actuaba en beneficio del Emperador Palpatine como si implementaba secretamente la agenda criminal del Sol Negro, Xizor manipulaba a todos los que lo rodeaban con la misma indiferencia que mostraba por las piezas de un juego de mesa. Debía colocarlas y usarlas como dictase la necesidad, sacrificarlas y desecharlas cuando lo exigiera su estrategia. «De todas formas», pensó Xizor, «un ser como Boba Fett...». El cazarrecompensas le merecía respeto, cuanto menos. Bajo el visor oscuro de aquel casco había una mirada tan despiadada e insensible como la suya. Lucharía por su vida. Y lucharía bien... Pero eso formaba parte de la trampa en que Boba Fett ya había caído. La ironía cruel, con la que Xizor se deleitaba, era que ahora estaba condenado por su propia fiereza innata. «Todo lo que lo ha mantenido con vida, en tantísimas situaciones mortales, ahora lo llevará directo a su destrucción.
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