4 Llibres trobats
Albi de la Cuesta, Julio
Durante más de tres siglos, el Ejército y la Armada de España mantuvieron una ardua lucha contra unos enemigos audaces e irreductibles, los moros de Filipinas, concentrados principalmente en las islas de Mindanao y de Joló. Fue una guerra despiadada, durante la cual, hasta sus últimas etapas, ni se concedía ni se recibía cuartel. El escenario fueron mares inclementes y traidores, sembrados de arrecifes coralinos y de bancos de arena, en los que la simple navegación ya era una hazaña, más aún cuando estaban infestados de embarcaciones hostiles, cargadas de tripulaciones dispuestas, en caso preciso, a luchar hasta la muerte. Se combatió también en junglas impenetrables, bajo un sol abrasador, sembradas de trampas y ricas en enfermedades letales, que diezmaban a las tropas con más saña que los krises y las balas. Normalmente, el colofón de los enfrentamientos era el ataque a cottas o fuertes, erizadas de lantacas y de fanáticos defensores, casi invulnerables a la artillería, con el asalto a pecho descubierto como única táctica posible, trepando por escalas o agarrándose a las anfractuosidades, bajo una lluvia de proyectiles, para llegar al ansiado, y a la vez, temido cuerpo a cuerpo. El prestigioso historiador Julio Albi de la Cuesta, autor de clásicos como De Pavía a Rocroi, Banderas olvidadas o ¡Españoles, a Marruecos!, nos presenta la primera historia completa de una guerra secular y encarnizada que solo halló el fin con la invasión estadounidense del archipiélago. Ni españoles ni moros, como dignos enemigos, realmente llegaron a envainar las espadas. Así, inconciliables adversarios llegaron a compartir rival, un broche paradójico, pero, de alguna manera, apropiado para tan larga y empeñada lid.
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Desperta Ferro
La magnitud de las grandes campañas de los tercios en los siglos XVI y XVII nos impide a menudo reparar en las historias vitales de miles de soldados cuyo sacrificio hizo posible la hegemonía europea de los Austrias españoles durante siglo y medio. El segundo volumen de la colección Cuadernos de Historia Militar, Soldados de los Tercios, aproxima al lector a la vertiente humana de los ejércitos de la Monarquía Hispánica, y para ello traza un recorrido minucioso a través de la trayectoria vital y profesional de los soldados del Rey Católico de la juventud hasta la vejez. Las páginas de esta obra coral, que reúne a diez expertos de reconocido prestigio, nos sumergen en la apasionante y sufrida vida de los hombres que con su sangre ampliaron y sustentaron el mayor imperio de la época. El recorrido comienza por el alistamiento en las banderas de los tercios y da paso a los múltiples avatares de una azarosa vida diaria jalonada por ocasionales momentos de ocio, experiencias de combate tan dispares como las grandes batallas, los asedios, las escaramuzas y los peligrosos combates navales, así como episodios de resistencia, insumisión y reivindicación, los motines. Conoceremos también las motivaciones y la mentalidad de aquellos hombres y las expectativas de ascenso y promoción social aparejadas a la profesión militar, sin olvidar la imagen que tenían de sí mismos, asociada con frecuencia a la imagen de bravuconería que la literatura nos ha transmitido acerca de estos hombres, y las trayectorias no menos fascinantes de las mujeres que marcharon junto a los ejércitos a través del «teatro de Marte» europeo. El resultado es un fresco rico y diverso que revela con viveza y profundo calado el rostro humano de la guerra en un periodo histórico fascinante.
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Albi de la Cuesta, Julio
Durante los siglos XVI y XVII, la Monarquía Hispánica erigió, a lo largo y ancho del globo, el mayor imperio habido hasta la fecha sobre la faz de la tierra. Un imperio forjado, a golpe de pica y arcabuz, por sus célebres tercios. Si en De Pavía a Rocroi Julio Albi analizaba magistralmente estas formidables unidades que durante siglo y medio dominaron los campos de batalla, Vidas Intrépidas nos acerca a la historia de los hombres que las componían, desde nobles de ancestrales blasones –,y otros que creían serlo–, a plebeyos que no tenían qué comer, de los que alcanzaron la cúspide militar a los que nunca pasaron de soldados. Hombres que lucharon en cerrados combates, por mar y tierra, realizaron desembarcos arriesgados, fatigaron los caminos de Europa o los vericuetos de los Andes, se bambolearon en galeones, apostaron un botín a naipes grasientos y a dados trucados, se hacinaron en galeras hediondas, gastaron en perifollos lo que no tenían, naufragaron, montaron guardia en presidios perdidos, pelearon en lupanares dudosos, se amotinaron, coronaron brechas ensangrentadas, disputaron cubiertas resbaladizas, se batieron en callejones sombríos, remaron encadenados a bancos enemigos... o tuvieron la monotonía como su peor enemigo. Sus adversarios, ingleses, franceses, holandeses, incas, turcos, berberiscos y araucanos, fueron tan variados como los escenarios en los que transitaron, el Atlántico, Chile, Inglaterra, el Mediterráneo, Francia, México, Italia, Portugal, Berbería, Irlanda, Flandes. Hay, sin embargo, denominadores comunes: a ninguno, ni siquiera al más cuitado de ellos, le faltó el valor, y todos pasaron sus vidas a un paso de la gloria y de la muerte. Sería inútil buscar aquí paladines de brillante armadura, en las páginas de este libro, que desprenden perfume a bizarría y a pólvora, solo se encuentran hombres, no todos recomendables, con cuyas espadas se forjó un imperio.
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Albi de la Cuesta, Julio
Si, siguiendo a Clausewitz, la guerra es la continuación de la política por otros medios, habría que considerar a los tercios como un instrumento esencial de la políticade los Austrias. Macedonia tuvo sus falanges. Roma, sus legiones. Y España, sus
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