2 Llibres trobats
Mann, Erika
Al estallar la Guerra Civil española, Erika y Klaus Mann, jóvenes y claramente antifascistas, ya vivían en el exilio. Como alemanes, además, se sintieron especialmente implicados con una contienda en la que los militares sublevados recibían ayuda militar de Hitler y Mussolini y con una población que, pese al hambre y la guerra, luchaba con firmeza por la democracia. Y, convencidos de la necesidad de contarlo todo, viajaron a España entre el 23 de junio y el 14 de julio de 1938.De esa estancia nacen estas crónicas que aquí recogemos bajo el título de El milagro de España. Los hermanos Mann visitarán la retaguardia, pero también diversos frentes de guerra, como el del Ebro, en Cataluña, o, en Madrid, los de El Jarama y la Ciudad Universitaria, en cuya Facultad de Filosofía se combatió metro a metro, y no olvidarán conversar con periodistas, políticos, escritores e incluso con gentes anónimas o combatientes republicanos. Y, con mirada crítica y aguda, reaccionan en sus escritos para, de manera emocionada, exponer el valor de esos soldados y esa población civil que pese a todo cree en la República y en un futuro mejor, en la solidaridad, el esfuerzo y la cultura. Por eso sus textos son claros, vívidos y deslumbrantes, igual que la realidad que viven, dual, antagónica y complementaria, a caballo entre la condena y la admiración.Ahora, al fin, con este El milagro de España podemos disfrutar de todas esas crónicas que Klaus y Erika, los hijos del ya por entonces Premio Nobel Thomas Mann, escribieron sobre la contienda. Y lo hacemos, además, de la mano de tres especialistas en los autores y la cultura alemana: Ana María Pérez, Isabel García Adánez y Carlos Fortea.Por primera vez que se traducen al español estas obras de Erika y Klaus Mann.
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Mann, Erika
«Resulta un tanto paradójico –escribe Erika Mann en Precisamente yo– que mi ''historia personal'' se ocupe fundamentalmente de la política, a pesar de que la política no es de ningún modo mi interés principal. Jamás he pertenecido a un partido político, ni me he ocupado de los ingeniosos argumentos y las ambiguas intrigas de los políticos profesionales. Mi visión de los temas decisivos de la sociedad moderna es más emocional que intelectual: no dogmática, sino humana. No soy una partisana, y tampoco serviría como cruzada. Mis ideas y actuaciones políticas siempre han estado más condicionadas por mis experiencias e impulsos personales que por principios abstractos. El único ''principio'' al que me atengo es mi obstinada fe en ciertos ideales morales básicos: verdad, honor, honradez, libertad, tolerancia.»
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