2 Llibres trobats
Zulaica Parra, Pablo
¿Se puede contar un territorio a través de sus historias de vida?¿Quiénes fueron los antiguos patateros, esenciales para todo un país, y qué ha sido de ellos? ¿Para qué empeñarte en recuperar los vestigios, materiales e inmateriales, del tren de tu pueblo? ¿Por qué alguien fundaría en un pueblo mínimo una comuna de vanguardia teatral
en los años ochenta, mientras unas maestras se revolvían para que no clausurasen la escuela?Cuando hoy miramos a quienes conforman los pueblos solemos hablar de nativos, las personas de toda la vida, y de neorrurales, urbanos recién llegados que no saben si lograrán adaptarse, por no hablar de los veraneantes. Sin embargo, las formas de pertenecer a un pueblo, a un valle, a un país de adopción, son muchas y muy personales. Contemplativas o emprendedoras, individuales o asociativas, siempre están sujetas al escrutinio de otros, porque el peso específico de cada persona hace difícil el camuflaje inherente a una ciudad.Pese a estar a la vista, muchas rutinas en la vida rural distan de ser convencionales. Obviadas, silenciadas, perdidas en los saltos entre generaciones, cuentan formas valiosas de hacer pueblo, incluso hitos sobre cuyos cimientos construyen, a veces con trabas de más, los pobladores de hoy.
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Zulaica Parra, Pablo
¿Se puede contar un territorio a través de sus historias de vida? ¿Cuántas Elenas, Ibais, Marijoses o Nazares habrá en tantos otros valles desconocidos?¿Quiénes fueron los antiguos patateros, esenciales para todo un país, y qué ha sido de ellos? ¿Cómo un vecino creció aislado y sin estudios y acabó fabricando quitanieves? ¿Por qué alguien fundaría en un pueblo mínimo una comuna de vanguardia teatral en los años ochenta, mientras unas maestras se revolvían para que no clausurasen la escuela?Cuando hoy miramos a quienes conforman los pueblos solemos hablar de nativos, las personas de toda la vida, y de neorrurales, urbanos recién llegados que no saben si lograrán adaptarse, por no hablar de los veraneantes. Sin embargo, las formas de pertenecer a un pueblo, a un valle, a un país de adopción, son muchas y muy personales. Contemplativas o emprendedoras, individuales o asociativas, siempre están sujetas al escrutinio de otros, porque el peso específico de cada persona hace difícil el camuflaje inherente a una ciudad.Pese a estar a la vista, muchas rutinas en la vida rural distan de ser convencionales. Obviadas, silenciadas, perdidas en los saltos entre generaciones, cuentan formas valiosas de “hacer pueblo”, incluso hitos sobre cuyos cimientos construyen, a veces con trabas de más, los pobladores de hoy.
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