Encara no hi ha cap producte a la teva cistella
No importan las mentiras. Importan las verdades que no dijiste. Y las verdades a destiempo. No importan las mentiras. Las mentiras desencadenan tormentas, pero éstas no van a hundir tu balsa. Importa el rumbo que no tomaste. Importan las corrientes que te arrastran. No importan las mentiras. Importan las verdades impuestas. Las verdades que tú no quisiste escuchar. Una mentira repetida mil veces se convierte siempre en una verdad, dijo el verdugo. Y tú que lo sabías, que ya lo sabías, sonreíste, y no quisiste ni quemar tu último cartucho: suplicar una muerte rápida. “Náufrago”, de Alfonso Vila Francés. ALFONSO VILA FRANCÉS nació en 1970 en Valencia, donde actualmente reside. Ha vivido en Orihuela, Madrid, Bruselas, Alicante y Debrecen (Hungría). Ha trabajado en una cuantas cosas: monitor de tiempo libre, bibliotecario, archivero, profesor de secundaria, etcétera. Ha escrito en muchas revistas, entre otras: Cuadernos del matemático, Dos Disparos, Groenlandia, La Bolsa de Pipas, Fábula, El Coloquio de los Perros, Hypérbole, Papel de Periódico, El Cotidiano, Culturamas, La Soga, Le Miau Noir y Jot Down. También ha ganado algunos premios (entre ellos Miguel de Cervantes, Jaume Roig, Diputación de Castellón, Cortes Valencianas, Dionisia García y Mariano Roldán). Ha publicado varios libros de investigación histórica, un libro de relatos y cinco poemarios: Historias de fantasmas (2000), A golpe de palabras (2001), Hacia otra luz (2003), Acto de clausura (2013) y Tiempo muerto (2016).
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Una novela sórdida pero también poética que cuenta la historia de un grupo de rock y de las relaciones interpersonales de sus componentes desde el punto de vista de una groupie que acaba formando parte de la banda. Una historia de amor de la protagonista con el líder del grupo, donde juegan un papel importante la música, las drogas, el sexo, la prostitución y unos personajes que viven al límite y abocados al precipicio.«Peter cantaba y tocaba y dirigía a su grupo como quien dirige un ejército, y cada canción era un asalto al palacio, cada canción era un estallido de furia, cada canción era un grito de una multitud frenética, terrible, invencible, y eso todos lo notábamos, todo el público estaba como loco, todos nos sentíamos capaces de salir de allí y hacer cualquier cosa».
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