5 Llibres trobats
Vélez, Lea
Tras la muerte de su marido, Ana decide que la vida de ciudad, las mil extraescolares, los problemas educativos, los infinitos deberes repetitivos y la dislexia galopante de su hijo mayor son demasiado para ella. No puede más. No tiene tiempo para vivi
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Vélez, Lea
Rodolfo Lazárate, un periodista supuestamente comprometido con los derechos humanos, es asesinado en Guernica. Su muerte está relacionada con cuatro personas que viven en la orilla de la ley: Fernando y Alicia, un matrimonio de exiliados de la dictadura argentina en Madrid, Gaona, un oficial de la Armada, hoy ''arrepentido'', que participó en los vuelos de la muerte, y Ana, una jovencísima periodista madrileña involucrada con la causa abierta por el juez Garzón a los represores argentinos. Pronto descubrimos que Ana no es una periodista más. Es la hija de una desaparecida en busca de su propia historia. Mientras la joven investiga el paradero de Fernando Carredo, falsificador que conoce los detalles sobre cientos de adopciones ilegales, se desarrolla ante el lector la historia de amor de Fernando y Alicia, que veinte años después de la represión aún viven en un entramado de culpa y silencio. El pasado que vuelve a través de las investigaciones de Ana pone a la vista una historia de adopción ilegal en el submundo de los espías e informadores, entre los que se encuentra ''Gardel'', infiltrado entre las filas de Montoneros y figura clave en la colaboración con los represores. Mediante un estilo cinematográfico y un lenguaje simple y directo al corazón, Lea Vélez construye una historia trepidante de secretos, amor y memoria. Hay pocas cosas más valiosas que la identidad de una persona, que puede ser metáfora de la identidad de un país. Es imposible saber a dónde vamos como individuos o como sociedad sin comprender de dónde venimos.
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Vélez, Lea
Daniel tiene nueve años, es mitad inglés y mitad español, y no le gusta el colegio. Él preferiría estar aprendiendo otras muchas cosas que en la escuela le mencionan solo de pasada. A veces, Daniel se siente un poco fuera del mundo, y por eso graba mensajes para su amigo imaginario extraterrestre, Al. Cada día le habla de su divertida y peculiar familia, délas fanta?sticas ideas que séle ocurren, délos gatitos que se ha mudado a su jardín... ¿sera? cierto que hay un tesoro déla Guerra Civil enterrado en el patio?.
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V�lez, Lea
Fue un otoño extraordinario. El otoño en el que tú me enseñaste a vivir y yo te enseñé a morir. Durante la última aventura, filosofamos, investigamos, leímos las viejas cartas de tu hermano Stephen. Las cartas que relatan una época y un pasado familiar. Gracias a una antigua foto en un sobre con matasellos de Sheffield, encontré respuesta a la dudosa paternidad de Gill. Me encanta hacer de detective. Las cosas de Stephen siguen en la buhardilla, metidas en sus cajas de bombones y a veces las saco y releo una poesía del cuaderno infantil. Allí, en la Inglaterra de 1957, estaban las respuestas y mientras yo escribía este Jardín transcribiendo cartas amarillas por el tiempo, tú lograste perdonar. Pienso en la sonrisa del otro protagonista de este relato: Francesc Boix. Te fascinó la vida del republicano español, testigo de Núremberg, fotógrafo de guerra. Yo te contaba sus hazañas,que están en esta novela y que no sé si es novela porque todo lo que se cuenta en ella sucedió de verdad. Ese verano volvimos a Malmesbury. Tenías razón. No existe un lugar con más encanto en Inglaterra. Los niños se disfrazaron de caballeros y cruzaron aceros de plástico en los jardines de la abadía. Hicimos un picnic. Entre saltos, tumbas de piedra, juegos y merienda, esparcimos tus cenizas bajo un roble centenario. Entro de nuevo en este otro jardín, El jardín de la memoria, ojeo sus páginas, riego con cuidado el primer beso que nos dimos y ese último que a veces es como el primero de un nuevo cariño real, invisible. Ahora estás hecho de un aire que empuja con constancia mi columpio. Subo y bajo, y veo más allá de los campos y de los tejados, entendiendo cómo hay que vivir. Tres años después de aquel otoño extraordinario, me siento plena, sabiendo que ganamos y que había que contarlo. Para demostrar lo que digo, aquí está nuestra historia.' Lea
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V�lez, Lea
Tras la muerte de su marido, Ana decide que la vida de la ciudad, las mil extraescolares, los problemas educativos, los infinitos deberes repetitivos y la dislexia galopante de su hijo mayor son demasiado para ella. No puede más. No tiene tiempo para v
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